viernes, 25 de noviembre de 2011

Miedo al dolor

Tener miedo al parto, al dolor, es muy normal. Es normal tener ataques de miedo durante la etapa de la dilatación o la expulsión.

Toda mujer puede soportar el dolor de un parto normal. Su cuerpo está preparado para ello y millones de mujeres en el pasado han hecho lo mismo.

La mujer embarazada debe saber que el miedo al dolor es muy frecuente y también que muchas mujeres eligen tener más de un hijo, lo que quiere decir que si el dolor del parto fuera tan descomunal, seguramente hubieran decidido no volver a tener que pasar por ello….

Al empezar el parto, la mujer, suele espantarse debido al dolor, que aumenta de forma galopante durante las primeras contracciones pero el cuerpo necesita tiempo para acostumbrarse a las contracciones.

Es fundamental no dejarse arrastrar por el miedo. En vez de nadar contracorriente, debe dejarse llevar por la corriente que la arrastra y de vez en cuando descansar cuando las turbulentas aguas se calman. El dolor en necesario. Gracias a él la mujer desconecta del mundo exterior y eso hace posible que tenga lugar el parto.

La mujer debe concienciarse de que cuanto más dolor, mejores contracciones y más rápido se llega al final.



LA ENDORFINA, nuestra aliada.

Cuando ya se llevan tres horas de contracciones fuertes, da la impresión de que la situación es mucho más soportable que al principio.
Esto es así porque al cabo de un tiempo, el cuerpo de la mujer empieza a producir una hormona muy importante de la familia de la morfina. La endorfina que es un analgésico natural.
El cuerpo humano segrega esta hormona cuando está expuesto al dolor y al estrés durante un periodo de tiempo prolongado. Esto no significa que el dolor se suavice, pero la persona en cuestión pierde un poco su capacidad sensitiva, con lo cual lo percibe en menor grado.
El dolor parece menos agudo e intenso y se hace un poco más soportable.
La endorfina hace que la parturienta pierda capacidad sensitiva, con lo cual es más fácil desconectar del mundo exterior y encerrarse en sí misma y, por otra parte, le agudiza el instinto y la capacidad de observación. Ella sabe lo que le sienta bien y lo que no.


ALGUNAS RECOMENDACIONES PARA SOBRELLEVARLO


-Actitud mental


Se trata de elegir la consciencia, no el dolor; sentir lo que ocurre pero sabiendo que lo podemos superar.

El dolor deja de serlo y se convierte en una sensación dolorosa que nos informa de muchas cosas: de que nuestro hijo ha bajado un poco más por el canal del
parto de que nuestros músculos le ayudan y están trabajando con él.


-Pensamiento positivo

Qué bien, ya estoy de parto!

Voy a conocer a mi bebe, y según las contracciones avancen y sean más intensas ¡Qué bien una contracción menos!

-Luces suaves, intimidad.

Estar en tu espacio, en tu nido, ayuda a soportar el dolor, te sientes tranquila y no observada. También se puede conseguir este ambiente en un hospital.

-Gritar

La gente grita cuando tiene miedo o siente dolor, porque gritar es un mecanismo que libera tensión.

Después de un grito, el organismo se siente mejor. Por eso, y olvidándonos de las convenciones sociales durante unas horas, es importante entender que, cuando nuestro cuerpo nos pide gritar, lo hagamos. Si nos incomoda hacer ruido, nos podemos poner una manopla de baño o cojín en la boca y chillar con todas nuestras fuerzas, alrededor apenas se enteran y se libera mucha tensión.

Baños calientes

El agua caliente (un poco por encima de la temperatura del cuerpo) relaja con gran eficacia la musculatura abdominal.

Además de reducir el dolor, si el parto está bien instaurado, puede acelerar la dilatación.


-Cambiar de postura

Buscar una postura que nos alivie cambia la percepción del dolor.

  • Las posturas verticales (en cuclillas o de pie, con las rodillas ligeramente flexionadas), nos alinean con la fuerza de la gravedad y aumentan el diámetro total de la pelvis, por lo que son recomendables en las primeras fases del parto. Resultan más cómodas y suelen acelerar las contracciones.
  • Las mujeres que sufren dolor de espalda, sin embargo, prefieren arrodillarse con las manos en el suelo (postura de cuadrúpedo), ya que sienten gran alivio al liberar del peso la columna y el sacro.
  • Si preferimos permanecer tumbadas, podemos probar a hacerlo del lado izquierdo (como cuando dormimos), para liberar la columna.
  • Conviene buscar la postura en la que se siente menos dolor, e ir intercalándola con las posturas verticales, que favorecen la dinámica de parto.


Actitud abierta

El dolor es distinto en cada mujer dependiendo de su sensibilidad y su capacidad para relajarse. También influyen el tamaño y la presentación del bebé.
Hay partos sencillos, y partos complicados, al igual que partos cortos y largos. Sea como sea, y aunque hayamos decidido afrontar nuestro parto sin
anestesia epidural debemos estar abiertas a la posibilidad de cambiar de opinión en el proceso. Es importante confiar en nuestras fuerzas, pero también no vivir como un fracaso tener que recurrir a la anestesia.


Extractos sacados del libro "Parto Seguro" de Beatrijs Smulders y Mariël Croon



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