EmpoderArte somos...

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                                            VIRIDIANA




“Cuando un niño nace, el Universo entero tiene
que cambiar y hacer lugar”
Ina May Gaskin, Partería Espiritual.

Creía que mi camino de conocimiento de mi misma estaba muy avanzado. Con apenas 28 años llevaba muchos años en terapia de  psicoanálisis y de gestalt. Soy psicóloga de profesión y me creía que muchas cosas las tenía leídas y sabidas.  
El amor me trajo a España, como decimos en México, mi pareja Javier “me robo de mi pueblo” y yo fluí enamorada totalmente. Decidimos embarazarnos y desde ahí empezó mi aventura, la mayor. Tuve un embarazo de lo mas normal, me sentía feliz y plena. La aventura se intensificó mas cuando salí de cuentas y Matías, mi hijo no venía al mundo exterior… la gente me presionaba, yo me presionaba y aquello no funcionaba. Tuve un parto inducido y poco respetado, habían enfermeras que me hacían el tacto hablando por teléfono… cuando nacía mi hijo la sala de parto se convirtió en el sitio de cotilleo de los problemas internos del hospital. Yo estaba pariendo a mi primer hijo y eso parecía que a nadie le importaba, era una persona más. La  primera noche que tuve a Matías conmigo sabía que algo no iba bien pero no sabía qué, algo me impedía conectarme, me sentía sola, muy sola. Todas mis terapias se fueron al cuerno, no sabía lo que me pasaba, la racionalización no me servía de nada, sentía que me ahoga con todo las emociones que sentía.
Tuve un postparto difícil, lejos de mi familia, de mi tribu. Pero ahí empezó la búsqueda de mi nuevo ser.  Me topé a Laura Gutman y leí de las doulas, investigué y decidí que quería ser doula porque como a mi, hay muchas mujeres que nos embarazamos  y parimos sin tener la información que necesitamos y nos sentimos solas en este mar de emociones, pensando que es “anormal” lo que sentimos, porque lo que nos venden que es la maternidad es muy distinta de lo que realmente cada mujer vive.
Para mi ser doula es un compromiso con las mujeres y con la sociedad, necesitamos sentirnos respetadas para parir y ser madres, necesitamos escucharnos como las mujeres sabias que somos. Creo que solo así podremos ir creando una sociedad que sepa escuchar, que sepa amar, que sepa respetar.
Para mi es totalmente verdad, el tener a mi hijo me ha hecho volver a nacer, nacimos ese 23 de abril dos seres, Matías y yo, su madre. Nada ha vuelto a ser igual y lo agradezco a la vida, ese movimiento tan fuerte que ha sido y esta siendo mi maternidad me ha acercado mucho a mi ser mujer; me gustaría que las mujeres aprovechemos este regalo de la maternidad que la vida nos da para humanizarnos, acercarnos a nosotras mismas y sobretodo soltarnos y abrirnos a nuestros hijos que nos necesitan. También me gustaría acompañar a la familia en general, no solo la madre, porque tener un hijo es una experiencia que mueve mucho a la familia.
Lo que más me ha enriquecido de la maternidad es  quitarme prejuicios, ideas en las que yo creía, todo se me ha caído para volverse a formar, pero desde una postura mucho mas natural, mas cercana a mi.
Una vez un chamán mexicano me dijo: “los que se tienen que encontrar se encuentran”, por ello sé que en mi vida me he encontrado con dos seres maravillosos: Teresa y Anabel y a sus dos mariposas Elma y Amaya que nos han acompañado y llenado de luz a Matías y a mi.
Ha sido un placer vivir esta experiencia con mi compañero de vida, de amor y de luz Javier. Por supuesto el creador de todo esto es mi pequeño gran Matías. ¡Gracias vida!
Namasté.










           

                                                          CLARA

                      

                                    


Existe un hermosos cuento sufí que me acompaña en mi memoria y me inspira en mi caminar diario llamado El hombre de vida inexplicable. Cuenta la historia de un hombre que, habiendo alcanzado en su juventud la quietud de una vida acomodada, recibe un día la visita de la voz de su corazón, quien le dice que debe abandonarlo todo. El hombre lo hace sin pensárselo dos veces: deja todo y comienza de cero en otro lugar. Cuando ya está nuevamente acomodado, la voz de su corazón le vuelve a decir que lo deje todo, y así una y otra vez. Por cada lugar que pasa aprende, crece, y así, empieza a tener signos claros de iluminación, cura a los enfermos, desprende amor y sabiduría, pero sobre todo brilla por su humildad y su frescura. 
Las gentes se le acercaban para preguntarle cuál era su secreto, y él, al contar su historia, al hablar de todos los lugares donde había vivido, los trabajos que había ejercido (inspector de pesos y medidas, ayudante de un pescador, esquilador de ovejas, vendedor de alfombras, entre otros) y las experiencias que había tenido, siempre recibía la misma respuesta: "Pero esta inexplicable vida tuya no arroja ninguna luz al por qué de tus capacidades extraordinarias"; y el hombre simplemente se encogía de hombros y sonreía.  


Hace tres años sentí que quería ser madre, seguí a mi corazón y ahí se abrió el camino más inexplicable que he tomado en mi vida. Inexplicable por lo mágico, por lo tortuoso, por lo frondoso y por lo árido.
Anaël nació y nuestra vida, la mía y la de Ben, mi compañero, cambió; cambia cada día. Nacimos a algo nuevo.


Y este nacimiento me llevó a que, inexplicablemente, se abriera para mí otra puerta: decidí formarme como doula. 
Al principio decidí hacer la formación para que me trajera luz en mi maternidad, pero a medida que la formación avanzaba, supe por qué la estaba haciendo: quería acompañar a otras mujeres, a otras parejas, a otras familias, en este inexplicable viaje que son la mater-paternidad, la concepción, el embarazo, el parto, el puerperio, la crianza, estos maravillosos procesos de vida que nos hacen morir a lo que éramos y renacer a algo nuevo. Hoy ese sigue siendo mi deseo, y agradezco profundamente a Teresa, Anabel y Viridiana que me hayan invitado a formar parte de este maravilloso proyecto que es Empoderarte Doulas. Doy las gracias a Anaël, por ser mi maestra y a Ben, mi compañero incondicional, por su amor, su sostén... por estar siempre ahí.


Namasté